Una de cada ocho personas pasa hambre en el mundo, a pesar de que disponemos de suficientes alimentos para que todos nos podamos alimentar de forma correcta y digna. La ONGD InspirAction señala en su nueva campaña a la evasión y la elusión fiscal como responsables de privar a los Estados de los recursos necesarios para luchar contra el hambre, la desigualdad y la pobreza. Además identifica al G8 como el actor que podría acabar con esta injusticia.
En junio, los principales líderes del mundo tienen una cita en Fermanagh, Irlanda del Norte, en la próxima Cumbre del G8. Esta vez, la lucha contra el fraude fiscal parece ser una de las prioridades del Estado anfitrión, Reino Unido. Más allá de cuestionar la legitimidad de este foro para tomar decisiones que afectan de manera decisiva al resto del planeta, lo cierto es que El G8 tiene la capacidad de poner fin a la lacra de la evasión fiscal y los paraísos fiscales, y al hacerlo podría cambiar el futuro de millones de personas que viven amenazadas por el hambre y la necesidad.
La fiscalidad juega un importante papel en el escándalo del hambre. InspirAction calcula que cada año, los países empobrecidos pierden cerca de 160.000 millones de dólares como consecuencia de los impuestos que las multinacionales no llegan a pagar en sus territorios. Mientras, su población sigue careciendo de los servicios sociales más básicos. Con, ya que un sistema fiscal justo se podría garantizar la existencia de los servicios sociales públicos necesarios para que vivan de manera digna y comprar y producir los alimentos que necesitamos.
Si de verdad quiere enfrentar la pobreza, el G8 debe poner en marcha estrictas normas internacionales para prevenir la evasión y la elusión fiscal, especialmente en los países empobrecidos, donde empresas poco éticas pueden aprovecharse de sus riquezas naturales y su mano de obra barata pagando a cambio muy pocos impuestos.
Muchos de estos países siguen dependiendo de la ayuda internacional para hacer frente a la pobreza. Pero esta ayuda no va a acabar con el problema del hambre, sino que tan solo lo aliviará en lugares concretos y momentos concretos. Una fiscalidad bien entendida y basada en la justicia es una fuente de recursos mucho más confiable que la ayuda internacional. Además, facilita que los gobiernos rindan cuentas a los ciudadanos sobre su actuación, y a que éstos se impliquen en el seguimiento y monitoreo del gasto público.
En su nueva campaña “G8, va en serio”, InspirAction solicita los líderes del G8 que se darán cita en Reino Unido en junio que pongan en marcha una nueva Convención Global sobre Transparencia Fiscal, que exija la publicación de los nombres de los verdaderos dueños de compañías, fundaciones y trusts, de tal forma que los paraísos fiscales no puedan seguir siendo un método para ocultar ganancias poco legítimas. El G8 debería además obligar a los paraísos fiscales a compartir información de manera automática con los países más empobrecidos sobre el dinero que guardan y su procedencia, ayudándoles a recuperar los impuestos que nunca llegaron a cobrar como consecuencia de la evasión fiscal.
El Gobierno español, por su parte, debe utilizar todas las medidas a su alcance para que las empresas multinacionales, especialmente las españolas, suministren información acerca de sus prácticas fiscales, ayudando así a identificar casos de evasión y elusión fiscal en países en desarrollo, y no sólo en territorio español.
La campaña incluye una petición on line dirigida a David Cameron, Primer Ministro británico, como líder del país anfitrión del G8, y utiliza el hastag #G8stopFraude en redes sociales.
©Nota de prensa de InspirAction.org