El escritor estadounidense Edgar Allan Poe, considerado el maestro del relato corto y de la literatura fantástica, descansa por fin en paz, después de que ayer 12 de Octubre la ciudad de Baltimore, Maryland, le ofreciera el funeral que nunca tuvo. Cuando Allan Poe (1809-1849) murió hace 160 años, su entierro pasó desapercibido y apenas asistió una decena de personas.
La ciudad ha instalado una capilla ardiente con una réplica del cuerpo del escritor Pero este domingo, Baltimore convirtió el segundo funeral del genial escritor en un homenaje multitudinario, dado que ofreció no uno sino dos servicios a los cientos de ciudadanos que querían darle su 'último adiós".
Para recordarle hemos elegido el poema que le dedicase a su esposa Annabel Lee, junto a la cual realmente descansa Poe desde hace 106 años. Como curiosidad el poema lo musicó Radio Futura (La canción de Juan Perro, 1987).
Hace ya muchos años, muchos años
allá en un reino junto al mar turquí,
vivía una muchacha, cuyo nombre
os daré a conocer: Annabel Lee,vivía una muchacha, cuyo nombre
la cual sólo gozaba con la idea
de ser amada, y vivir por mí.
Yo era un chiquillo y ella una chiquilla
en ese reino junto al mar turquí;
Mas, ¡con qué amor inmenso nos queríamos
yo y mi bella Annabel Lee!
con un amor que hasta los serafines
nos envidiaban, a ella como a mí.
Y esa fue la razón de que hace tiempo,
en ese reino junto al mar turquí,
soplara el viento de una nube, helando
a mi bella adorada Annabel Lee;
que sus padres de origen noble fueron
a buscarla, quitármela a mí
y fueran a enterrarla en un sepulcro,
allá en un reino junto al mar turquí.
Ángeles menos faustos en el cielo,
nos envidiaban, a ella como a mi,
y esa fue la razón - todos lo saben-
En ese reino junto al mar turquí
por la cual salió el viento de esa nube
que helo y mato a mi bella Annabel Lee.
Pero fue más inmenso el amor nuestro,
que el de aquellos, mas graves que yo fui,
que el de aquellos, más listos que yo fui,
y ni los serafines en el cielo,
ni los demonios en el mar turquí
podrán mi alma separar del alma
de mi bella adorada Annabel Lee.
Que no brilla la luna sin traerme
los sueños de la bella Annabel Lee
y las estrellas no aparecen nunca
sin la mirada fiel de Annabel Lee,
Y así durante el flujo y el reflujo
duermo junto a mi esposa Annabel Lee,
en el triste sepulcro abandonado,
en nuestra tumba, allá en el mar turquí.
Foto: Flickr
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