Gracias a Purita Campos por todas las felices horas que pasé y pasamos leyendo los cómics de Esther, siguiendo sus cuitas amorosas, entonces tan complejas y lejanas. Pasados los años, ¡cómo ha encogido el mundo! El amor, el desamor, la vida,.. salieron fuera del marco de las viñetas y nos encontramos de bruces con nuestra propia historia. ¡Qué pequeñas nos parecen ahora las penas de Esther, pero que agradable reencontrarse con las páginas de un cómic que nos hizo soñar!
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