Hasta el 17 de enero de 2010 hay oportunidad de ver la excelente exposición El joven Murillo que se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Este admirable y acogedor museo, una institución en la historia de la villa, nos sorprende con una exposición única pues no sólo ha conseguido reunir una importante cantidad de cuadros de Murillo procedentes de pinacotecas extranjeras, sino que también se exponen dos nuevas obras atribuidas a Bartolomé Esteban Murillo: 'Vieja hilandera', un cuadro perteneciente a una colección inglesa, y 'Virgen con Niño', que ha permanecido durante décadas catalogado como copia del pintor sevillano o de autoría dudosa.
La exposición abarca el lapso de tiempo que va desde los 23 años a los 38 años de edad del pintor. En esos años viajó a Madrid, consiguió que su paisano Diego Velázquez le abriese las puertas de los palacios reales para copiar las obras de los maestros, trabajó para él y volvió a Sevilla para destronar a uno de los artistas que más admiraba, Francisco de Zurbarán.
La exposición se organiza en siete salas y se abre con sus primeras obras: un curioso Autorretrato,el reflejo del artista en un espejo, dos Virgenes con Santo Domingo y dos Trinidades. De este primer momento llama la atención la sensibilidad del pintor: los cuadros están llenos de luz, color, con cierta complejidad y fuerza compositiva. Los rostros y los pliegues de la ropa aún son algo rígidos en el trazo, muy de estudio, aunque dotados de cierta dulzura que los humaniza.
En la segunda sala es posible admirar otra de las novedades que nos ofrece la exposición de Bilbao: el primer encargo importante y con el que se dio a conocer ante el gran público sevillano: la decoración del Claustro Chico del desaparecido convento de San Francisco de Sevilla. Son seis escenas cuya línea narrativa es la exaltación de la labor social de los frailes y sus choques con las autoridades eclesiásticas- una de las cuestiones más polémicas de la época.
La tercera sala exhibe las obras que muestran la conciencia social que mantuvo el joven Murillo. Aquí podemos admirar algunas de las obras más populares y relevantes como el famoso cuadro "El joven mendigo", prestado por el Museo del Louvre; el original de "La vieja hilandera" o "Dos muchachos comiendo uvas y melón", de la Pinacoteca de Munich. Sus modelos son niños, gitanos, ancianos y mujeres mendigos, de las barriadas sevillanas azotadas por la peste y la mortalidad infantil. Murillo nos muestra la miseria de su vida cotidiana: niños de ropas raídas y pies sucios, endurecidos de andar descalzos, niños que se despiojan a la luz de la ventana o están ensimismados en su festín de fruta, niños que sonríen pícaramente al espectador. Murillo estaba muy sensibilizado e influido por las ideas sobre la justicia predicadas por Francisco de Asís y una serie de obras como el Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, editado en Sevilla en 1602 y que el pintor tenía en su biblioteca. En unos pocos años el estilo de Murillo se ha vuelto más naturalista, apreciándose la influencia de Caravaggio, Ribera, Velázquez y la pintura holandesa en el realismo inmediato del tema, los magistrales estudios de luces y sombras. Murillo nos conmueve en su denuncia de la tristeza, la pobreza y la soledad de los marginados de su época: una característica que marca su estilo.
La muestra prosigue con la sección dedicada a la Infancia de Cristo y a sus Lienzos Monumentales, entre los que destaca el cuadro titulado "José y la mujer de Putifar", cedido excepcionalmente para esta exposición por el Museo de Kassel (Alemania). En esta serie Murillo da un paso más en el naturalismo de su obra y es destacable como el pintor retrata al Jesús recién nacido en las dos versiones de la Huida a Egipto que hizo. Murillo plasma el rostro de un bebe consiguiendo trasmitir la ternura y la placidez del sueño en sus facciones.
Las obras dedicadas a María Magdalena y a Santa Catalina, y las que muestran a santos penitentes en éxtasis, como el "San Pedro en Lágrimas", propiedad del Bellas Artes de Bilbao, el "San Jerónimo penitente", del Museo del Prado o el San Francisco del Bellas Artes de Sevilla, cierran la exposición. En esta sala se muestran dos San Jerónimos, el antedicho del Museo del Prado y uno, de su época más madura, del Museo de Bellas Artes de Sevilla, permitiéndonos ver la evolución de la pintura de Murillo, con una madurez más técnica y con más recursos pictóricos.
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