Olalla García (Madrid, 1973) es una joven historiadora, escritora y traductora que ya ha publicado varias novelas históricas ambientadas en el mundo antiguo. Tras su primera novela Ardashir, Rey de Persia (Ed. Suma, 2005), Olalla nos sorprendió con Las Puertas de Seda (Ed. Espasa, 2007) y con su última y fascinante novela: El Jardín de Hipatia (Ed. Espasa, 2009). Todas ellas, perfecta y rigurosamente ambientadas, nos acercan al mundo antiguo en todos y cada uno de sus detalles: vida cotidiana y costumbres. Unos ambientes en los que Olalla García introduce unos personajes creíbles y de gran profundidad dramática, acercándonos a momentos históricos poco habituales y conocidos por el gran público.
Olalla García ha tenido la gentileza de contestar a nuestras preguntas en esta entrevista en la que podréis conocer un poco más a esta excelente escritora, su obra y sus futuros trabajos.
Decía Borges que la lectura era una forma de felicidad y que la creación era otra forma de felicidad menor. Tú, como lectora y escritora, ¿cuáles han sido tus horas más felices?
Ambas me han proporcionado muchas satisfacciones, tanto la lectura como la escritura. La literatura ofrece una forma de felicidad especial, esa comunicación íntima y personal que todos hemos sentido alguna vez al sumergirnos en las páginas de un libro. Yo la he experimentado, como lectora, ante ciertas obras que me hablaban directamente al corazón; y, como escritora, ante ciertas personas que me han confesado que se han emocionado con alguna de mis novelas, y que han sentido esa emoción profunda que se establece cuando un libro comunica contigo y te habla en tu propio lenguaje.
Es en las lecturas infantiles y juveniles cuando se empieza a despertar la inquietud de las letras, ¿qué libro despertó tus ganas de escribir?; ¿se han cumplido todos tus sueños como escritora o piensas que aún está por llegar tu mejor obra?
Esto es complicado, en realidad no sabría decir qué libro despertó mis ganas de escribir, porque fui muy precoz. Aprendí a leer siendo muy niña, era una lectora compulsiva, y también me recuerdo escribiendo desde siempre. Ya en el colegio, gané varios certámenes literarios de cuento y poesía, uno de ellos, a nivel nacional; incluso en una ocasión me descalificaron de un concurso por que no se creían que yo hubiera escrito el texto que presenté, afirmaban que era demasiado maduro y que estaba demasiado bien escrito para una niña de mi edad.
En cuanto a lo de mis sueños y perspectivas como escritora, estoy más que satisfecha con todo lo que publicado hasta ahora. Pero, por supuesto, espero seguir mejorando y aprendiendo. ¿Qué sentido tendría seguir escribiendo, si no? Siempre he pensado que el deseo de aprender y el ansia de superación son fuerzas motrices fundamentales en la vida.
Has declarado que la Historia y la Literatura son dos de tus pasiones, ¿cómo has conseguido conjugar ambas?
A base de pasión, trabajo y, también, de renuncias. Renuncié a una carrera universitaria científica para estudiar Historia; y, más tarde, renuncié a una carrera académica para dedicarme en exclusiva a la escritura. Y, la verdad, no me arrepiento de las decisiones tomadas.
Como historiadora ¿qué opinión te merece el boom de la novela histórica?, ¿es una de las mejores maneras de acercar la Historia –a menudo muy academicista- al gran público?
Sin duda, como muy bien dices, es una excelente manera de acercar la Historia al lector de forma amena, siempre que el autor sea riguroso en todo lo relativo a la documentación y la ambientación. Incluso así, hay que tener en cuenta que la novela histórica es, ante todo, una novela, es decir, una obra de ficción. Si el lector desea conocer realmente la historia es aconsejable que, además de a la novela, acuda a un manual o a un libro de divulgación histórica escrito por un buen especialista.
A la hora de hacer una investigación histórica o arqueológica, tanto el trabajo de archivo como el de campo requieren años de dedicación; pese a las críticas de algunos academicistas, una buena novela histórica también requiere un enorme esfuerzo de documentación e investigación. Creemos que no es nada fácil novelar la Historia, recrear un tiempo y dar verosimilitud y vida a los protagonistas. En el caso de El jardín de Hipatía, la crítica coincide en lo bien documentada que está la novela, de hecho estuviste tres años trabajando en ello, ¿qué supuso para ti el Jardín de Hipatia en lo profesional y en lo personal?
Es cierto que ese tipo de críticas están muy extendidas, aunque, en mi opinión, carecen de fundamento. Crear una buena novela es algo muy complicado; crear una buena novela histórica lo es aún más. Requiere que el autor tenga notables competencias tanto históricas como literarias; una combinación difícil de reunir. No pretendo decir que la novela histórica sea mejor o peor o que el ensayo histórico o que otras formas de ficción novelada. Simplemente reivindico la dificultad que entraña.
En lo que respecta a mi experiencia personal, esta obra en concreto me ha reportado enormes alegrías, personales y profesionales. La trama es muy compleja, tanto a nivel histórico como humano, y me ha requerido profundas reflexiones y un largo proceso de documentación. Pero estoy muy, muy satisfecha con el resultado final. Y tanto los lectores como la crítica la han recibido con gran entusiasmo. Incluso hay varias personas que me han dicho que no acostumbran a leer novelas históricas, pero que han comprado El jardín de Hipatia por recomendación de algún amigo, y que les ha encantado.
Tras todo lo que se ha hablado y escrito sobre Hipatía de Alejandría en estos últimos meses como consecuencia de la película de Amenábar, ¿qué aspecto de la vida o de la personalidad de Hipatía crees que ha quedado más solapado o no se ha tocado?
Al hablar de ella, suele hacerse especial hincapié en sus actividades como filósofa y científica; la mayoría de las veces, con criterios que obedecen más a las perspectivas y las exigencias de nuestra época que a las de la suya. Sin embargo, su faceta docente suele pasar más desapercibida. Sus coetáneos la alababan sobre todo como maestra; pero hoy día mucha gente considera que un docente tiene menor categoría que un investigador, por lo que no se concede tanta importancia a este aspecto de su vida. No obstante, a veces olvidamos que los docentes y los comentaristas han sido fundamentales en la transmisión de los pocos textos antiguos que han llegado hasta nosotros. A lo largo de la historia, ellos se han asegurado de que el saber alcanzado por sus predecesores resultara comprensible y se transmitiera a la siguiente generación, y así sucesivamente. De no ser por Hipatia y otros especialistas de este campo, como su padre Teón, puede que se hubieran perdido para siempre textos científicos fundamentales de Euclides, Ptolomeo o Diofanto, que posteriormente impulsaron el desarrollo de la ciencia, sobre todo de la matemática.
En tu novela el personaje principal no es Hipatía, si su doctrina y su papel como educadora en un momento histórico en el que el fanatismo ahogaba todo intento de librepensamiento ¿Qué es lo que más te atrajo del personaje? ¿Y de la época?
Siempre sentido una gran admiración por Hipatia. Fue una de las mentes más sobresalientes de su época; y, si pensamos en aquel tiempo existían una serie de prejuicios profundamente arraigados que sostenían que las mujeres eran intelectualmente inferiores a los varones, comprenderemos que tiene un gran mérito el que sus contemporáneos la alaben como modelo filosófico y como maestra.
En cuanto a la época, siempre me ha parecido muy interesante. Es un momento convulso a nivel económico, social e intelectual, en el que el cristianismo lucha por conquistar la hegemonía en todos los frentes, incluido el político. Esto da lugar a toda una serie de enfrentamientos que, a veces, degeneran en la más cruda violencia. La ciudad de Alejandría es un claro ejemplo de todo lo anterior; de ahí que sea, en sí misma, la protagonista fundamental de la novela.
La primera aparición de Hipatía en la novela es muy cinematográfica, muy impactante para el lector, pero creo que muy adecuada a la idea que muchas mujeres tenemos de ella: la inteligencia sobre la apariencia. Tantos siglos después de mujeres como Hipatía ¿qué crees que ha fallado o falla para que muchas veces la mujer sea valorada sólo por su apariencia?, ¿para que un personaje histórico femenino del calibre de Hipatía tenga ser rescatado del olvido?
A lo largo de la Historia hay ejemplos de mujeres que no fueron valoradas sólo por su apariencia. Cleopatra, por ejemplo, no era nada agraciada (como resulta evidente para cualquiera que haya visto monedas con su efigie) pero debía de poseer una personalidad arrolladora, y eso la hacía irresistible.
Tampoco creo que hoy se valore a la mujer únicamente por su aspecto. Lo que ocurre es que nos enfrentamos a una curiosa paradoja. Por un lado, creo que es el momento histórico en el que a la mujer se le reconoce un mayor potencial, y que se le valoran muchas más cualidades que en ninguna otra época. Pero esto ha llevado a que el nivel de exigencia sea también mucho mayor; y, además, se extiende tanto al ámbito público como al privado: la mujer ideal debe ser una excelente trabajadora, ama de casa, mujer de familia… y a esto le sumamos los arquetipos de belleza y estilo que la publicidad y la televisión han conseguido introducir hasta en los espacios más íntimos de nuestras vidas, de una forma totalmente invasiva. Pretender cumplir con todo este programa sólo puede llevar a la frustración. Al fin y al cabo, todos (hombres y mujeres) somos seres humanos, ni más ni menos.
Con la experiencia que tienes ahora, ¿qué consejos les das a los autores noveles, al autor que se enfrenta a su primera novela?
Que sean exigentes consigo mismos y trabajen hasta quedar contentos con el resultado. Eso es lo fundamental, qué estén satisfechos de su trabajo. Y después que tengan, mucha, muchísima paciencia y que no se desanimen. Llegar a publicar es un camino largo y difícil, a veces aún más que el de la escritura. Pero el esfuerzo merece la pena.
Ficción histórica, por supuesto. Tal vez algún día cambie de registro, ¿quién sabe? Pero, por ahora, esto es lo que más me apasiona.
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