EL AÑO DE LOS PEQUEÑOS MILAGROS

Nadie apostaba nada por nosotras. Éramos el caballo perdedor, el número de lotería que nadie quiere. A comienzos del año aún eras una promesa y yo te esperaba con ansiedad y temor. En ese momento, cuando las notas de Strauss aún resonaban en nuestros oídos, nuestro mundo se llenó de lágrimas. Todo se hizo oscuro y solo el bravo latido de tu corazón me mantuvo en pie. Un 19 de Febrero me miraste sin palabras, llegando hasta el fondo de mí y embarcándonos las dos en el viaje de nuestras vidas. La vida contigo comenzó con un gemido ahogado de dolor y tu agudo llanto. Desde entonces, meses de leche caliente y pañales entre sonrisas y noches sin dormir. Meses de luchar y ganar, pero también de perder, de conocer ese otro lado de la vida. Perdimos la sonrisa y la palabra de amigos, de familiares que también lucharon y de los que nos queda un vivo recuerdo en nuestra memoria y en nuestros corazones.

El verano se nos fue en largos paseos por la playa, buscando conchas, adivinando formas en las nubes y escuchando el sonido del mar atrapado entre las rocas. Llegó el otoño y todo se tiñó de un tono gris, de añoranzas de otros días. La crisis se fue haciendo más evidente y aprendimos a ayudar y buscar ayuda, a ser más solidarios. Recordé momentos de la infancia en la que todo eran puertas abiertas, momentos en los que la gente se escuchaba y no se daba la espalda. Ya es difícil volver a esos días, pero parece que tampoco tienen ya mucho sentido los días del éxito fácil y la corrupción.

2009 ha sido el año de la lucha por la vida, por encontrar un sitio en el mundo. Nunca es tarde para encontrarlo, ni tampoco lo es para vivir los pequeños milagros que a veces nos eligen y hacen nido en nuestras vidas. Solo deseo que el nuevo año nos mantenga juntos, nos haga más fuertes y tu sonrisa nos ayude a conjurar todo el dolor, todas las pérdidas y sigamos luchando por darte el mejor de los mundos al calor de mi regazo.