EL BILBAO DE CAPA Y ESPADA: CAMINANTES, BANDIDOS Y PEREGRINOS

Las descripciones del Bilbao decimonónico abundan en el carácter tranquilo y un tanto bucólico de la vida cotidiana de sus habitantes. Sin embargo, la documentación que hemos consultado nos muestra una población, especialmente la población masculina, que sale armada a la calle, siendo una manera de responder tanto a las provocaciones particulares como a las institucionales. Por ejemplo, Manuel de LORRA, natural de la villa de Bilbao, acusado de alborotar en las calles de ella y retar a duelo a varios vecinos, justifica el llevar espada por el hecho de trabajar hasta muy tarde en su oficio de amanuense y por ser muy peligrosa la zona de la villa en la que vive.

La calle, los caminos, todo espacio público en general, se constituye en escenario habitual de la violencia, tanto física como verbal. El paso del insulto al duelo es rápido, siendo este proceder fruto de la gran importancia que el honor tiene como valor de distinción social. En varios de los legajos sobre asaltos y duelos no es extraño encontrar repetida la expresión “arrancar la espada contra” quien ofenda o se quiera asaltar. Así, la ordenanza municipal de retiro general a las 9 ó 9,30 de la noche tenía que ver no sólo con la religiosidad, sino más bien con la inseguridad ciudadana. A tal efecto, el de la seguridad, existían varias figuras institucionalizadas como los cabos y las cuadrillas de calle, siendo también abundantes en los libros de decretos municipales las prohibiciones de estancia en la villa de “personas de mal vivir” o “personas bagantes”. Una preocupación que contrasta con la descripción de Guillermo BOWLES (1775) cuando refiere que es “[...] cosa muy particular que con ser una villa de tanto comercio, de noche se queden las sacas de lana por las calles, y que estando las casas efectivamente llenas de caudales no hay patrulla, centinela, ni sujeto alguno que guarde o vigile de noche, y lo que es más, ni un cuerpo de guardia”. La documentación judicial certifica que la inseguridad y la violencia estaban instaladas en la cotidianeidad de los bilbaínos del siglo XVIII, quedando en evidencia la cortedad de los medios para su persecución en los momentos de mayor conflictividad.

Dentro del perímetro de la villa, en sus calles, no eran raros los duelos, los asesinatos, palizas y robos; siendo aún más abundantes los delitos cometidos en las anteiglesias circundantes, especialmente en los caminos y ventas. Los grupos de salteadores, ladrones o vagabundos- como les denomina la documentación- tenían una gran movilidad, actuando en distintas zonas y caminos del Señorío: los delitos se concentran en el camino de la Merindad de Durango, yendo por Urkiola hacia Vitoria, el camino de Orduña y el camino real que unía la villa de Bilbao con Bermeo, siendo zonas especialmente conflictivas Abando, el tramo de Santo Domingo hasta Lezama, Arrankudiaga y Galdakao (Monte Gumucio ). Una distribución geográfica que se corresponde con la de la mayoría de las víctimas: las vendedoras de pescado que bajaban desde Bermeo y otros puertos hacia la villa de Bilbao, las panaderas de las anteiglesias circundantes y los arrieros que venían o iban a vender hierro, lana y otros bastimentos en los trayectos Bilbao-Vitoria-Castilla, ida y vuelta, y trayectos desde la Merindad de Durango y Encartaciones . A lo largo de estos caminos encontramos hitos o lugares de actuación preferente: las ventas, tabernas, fondas, ferias, ermitas, pajares, los despoblados y cruces de caminos.

Para leer el artículo completo: http://www.euskonews.com/0228zbk/gaia22802es.html.

Os dejamos un magnífico duelo de versos de la película Cyrano de Bergerac protagonizada por Gerard Depardieu y dirigida por Jean-Paul Rappeneau en 1990

Fotografía: Bilbao en el siglo XVIII por Luis Paret
Video: Youtube